Historias familiares

Rogelio Guedea vuelve al microrrelato con estas historias marcadas por la premisa de que toda escritura es autobiografía, como bien lo dijo el Premio Nobel de Literatura J. M Coetzee. En estos textos íntimos, donde las fronteras de lo ficcional y lo autobiográfico se disuelven, Guedea confirma cómo lo personal se convierte en universal y lo familiar en literatura cuando simplemente la mirada del escritor logra encontrar en nuestra realidad más cotidiana lo extraordinario y lo insólito. En Historias familiares, escrito en la forma secuencial de un diario, el lector podrá disfrutar de historias tan cercanas que le darán la impresión de haberle sucedido a él mismo.

Escritor
Colección
Colección Narrativa
EAN
9786078412778
ISBN
978-607-8412-77-8
Páginas
239
Ancho
13.5 cm
Alto
21 cm
Edición
1
Fecha publicación
03-05-2021
Edición en papel
MX$272.00

Sobre Rogelio Guedea (Escritor)

  • Rogelio Guedea
    Autor de doce libros de poesía, entre los que destacan Mientras olvido (Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro 2001), Razón de mundo (Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2004), Fragmento (Premio Nacional de Poesía Sonora 2005) y Kora (Premio Adonáis de Poesía 2008); d... Ver más sobre el autor

Contenidos

"Jotquéis" 

Mi mujer me dice, desde la cocina: los niños van a desayunar jotquéis, ¿qué vas a querer tú? Deberías cambiar aunque sea un día, y comer jotquéis. Tienen todos los nutrientes. Mira: y me enseña el interior del tazón donde revuelve harina, huevo, leche. Nunca quieres jotquéis, siempre huevo, frijoles, tu mentado chile verde, tu queso duro, seguro tus tortillas rancias ya. No sales de lo mismo. Cambia un poco. Mira: me acerco y vuelvo a ver el interior del tazón donde revuelve harina, huevo, leche. Está bien, le digo, dame jotquéis, le doy la espalda y vuelvo, convencido, a mi oficina. Diez segundos después en la oficina, mi mujer: ¿de veras vas a querer jotquéis? Sí. No te creo. De verdad que sí. Pues no te creo, nunca quieres jotquéis. Ahora sí quiero jotquéis. Pues no te creo, Guedea. Deja que termine con los niños y te hago tu mugroso huevo, ándale. Está bien, le digo, pero que conste que esta vez sí quería jotquéis. Cuentos a mí, dice mi mujer, y vuelve, refunfuñando, a la cocina.

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