Historia de las historias

Las Historias es un cuaderno de escritura en el que el escritor mexicano Alberto Chimal se dio a la tarea de publicar textos sobre la tarea de escribir, hacer un poco de divulgación y jugar. El juego más simple que se le ocurrió fue organizar un concurso en el que cada mes invitaba a los posibles visitantes a escribir cuentos en el sitio: minificciones a partir de una imagen que el propio Chimal proveía y que le parecía lo suficientemente rara o fuera de contexto para estimular la imaginación. Aunque no hay premios ni anuncios, el sitio llega a su séptimo año y se ha creado una comunidad en torno a él. Además de noticias, anotaciones diversas y ejercicios literarios, en la página se pueden encontrar mensualmente algún cuento nuevo o material de difícil acceso que no se encontraba en internet. Los lectores de Las Historias encontrarán reunida aquí una selección de textos ganadores de los primeros cinco años del concurso, el cual sigue abierto para todo público.

Escritor
Colección
Minimalia clásica
Materia
Antología, Cuento
EAN
9786077640622
ISBN
978-607-7640-62-2
Páginas
196
Ancho
13 cm
Alto
21 cm
Edición
1
Fecha publicación
01-11-2011
Edición en papel
MX$253.00

Sobre Alberto Chimal (Escritor)

  • Alberto Chimal
    Las Historias es un cuaderno de escritura en el que el escritor mexicano Alberto Chimal se dio a la tarea de publicar textos sobre la tarea de escribir, hacer un poco de divulgación y jugar. El juego más simple que se le ocurrió fue organizar un concurso en el que cada mes invita... Ver más sobre el autor

Contenidos

"Jotquéis" 

Mi mujer me dice, desde la cocina: los niños van a desayunar jotquéis, ¿qué vas a querer tú? Deberías cambiar aunque sea un día, y comer jotquéis. Tienen todos los nutrientes. Mira: y me enseña el interior del tazón donde revuelve harina, huevo, leche. Nunca quieres jotquéis, siempre huevo, frijoles, tu mentado chile verde, tu queso duro, seguro tus tortillas rancias ya. No sales de lo mismo. Cambia un poco. Mira: me acerco y vuelvo a ver el interior del tazón donde revuelve harina, huevo, leche. Está bien, le digo, dame jotquéis, le doy la espalda y vuelvo, convencido, a mi oficina. Diez segundos después en la oficina, mi mujer: ¿de veras vas a querer jotquéis? Sí. No te creo. De verdad que sí. Pues no te creo, nunca quieres jotquéis. Ahora sí quiero jotquéis. Pues no te creo, Guedea. Deja que termine con los niños y te hago tu mugroso huevo, ándale. Está bien, le digo, pero que conste que esta vez sí quería jotquéis. Cuentos a mí, dice mi mujer, y vuelve, refunfuñando, a la cocina.

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